miércoles, 16 de octubre de 2013

Nuncajamás

Los lugares alternativos de creación y producción artística son necesarios para permitir a los artistas crear y mostrar sus trabajos lejos (o no tanto) de los circuitos a los que no han podido acceder por los motivos que sean.

Pero me parece que en esos lugares –edificios rehabilitados que habían sido dejados en ruinas por sus descuidados dueños, casas de campo devenidas granja-taller-galería, etc.– impera la uniformidad en la diversidad. Bajo el paraguas de la creación artística libre y sin ataduras al sistema, la alimentación sana, el poder curativo del arte de los males del cuerpo y de la sociedad, siempre acaba por emerger una sensación de déjà-vu, de materialización de un sueño utópico de corta duración cien veces visto y siempre fracasado y que a los participantes no les parece en ningún momento inalcanzable a juzgar por el entusiasmo con que abordan la empresa. Me da la impresión de que a los integrantes de estos proyectos –tal vez yo sea un cínico desencantado, no lo niego– no sean del todo conscientes no ya de los males de la sociedad que habitan, que pese a lo que podamos creer tampoco ha cambiado tanto desde hace miles de años, excepción hecha de los adelantos tecnológicos, sino de la naturaleza humana. Una naturaleza que nos configura como seres eminentemente egoístas y, excepcionalmente sacrificados, que acaba por aflorar y malversar, desde hace siglos, cualquier aventura utópica. 
Estos proyectos colectivos realmente bienintencionados y trágicamente utópicos se me antojan un Nuncajamás donde poder seguir siendo niño y poder seguir creyendo en la bondad intrínseca de los humanos y de la sociedad que estos pueden crear. Pero en estos Nuncajamás no parece haber propuestas rompedoras y realmente vanguardistas sino, me parece, refritos trasnochados y totalmente carentes del menor ápice de cambio y modernidad, lo que les otorga el dudoso estatus de algo demasiado visto desde los años sesenta del siglo XX; lo cual hace que dichos proyectos no dejen de ser algo, en última instancia, conservador y rancio.

2 comentarios:

  1. Me pregunto si tal vez por ese sabor rancio y conservador no hayan llegado a esos circuitos en la primera división.
    Bsote

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    1. Si los circuitos hubieran encontrado el modo de hacerlos económicamente rentables, tal vez hubieran llegado a la primera línea.
      Besos

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